El acero está presente en un gran número de cosas con las que nos cruzamos día a día. Desde la cafetera que utilizas por la mañana, las tuberías que llevan el agua y hasta la infraestructura del edificio en donde vives o trabajas son de acero, además de que cerca del 60% de tu coche contiene componentes basados en este material.

Esto se debe a que el acero reúne características de durabilidad, resistencia y flexibilidad que muy pocos elementos del planeta pueden ofrecer, por lo que, gracias a ello, ha sido objeto de múltiples investigaciones y desarrollo.

Dichos procesos, han servido también para generar nuevas aleaciones y variantes del acero, que multiplican a su vez el número de aplicaciones finales que se puede dar a este material.

Su relevancia se debe gracias a que es un elemento dinamizador de la economía, creador de puestos de trabajo, y fundamental en la generación de ingresos para ciertas industrias.

El acero tiene unas características físicas que le convierten en el componente perfecto para dar respuesta a las necesidades de los fabricantes. Pero, además, es un elemento reciclable.